Caminaba por senderos recorridos una y otra vez, cada día, contando los minutos para verte, escucharte y sentirte. Disfrutaba de paisajes que creaba en mi mente, dibujando entre versos y prosas, inventando poesías que te conquistaran el alma y la mente.
Aquellas lluvias que de a muchas refrescaban momentos increíbles, en los que los roces era el común y tu aliento me entregaba tu pasión, mientras atardecía y el horizonte se coloreaba de sueños y deseos.
Las letras transformaban momentos, cómplices de travesuras, nos guiaban por amores enlazando nuestras almas hasta el beso que sellaba cada hola, cada chao, cada Te Amo...
Aquellos días, en los que se valía soñar, con la esperanza de un eterno romance, de un amor sin final, de una sonrisa que adornara la línea del tiempo, mientras acortábamos las distancias entre latidos fuertes y miradas...
El tiempo seguirá pasando y el Azul cambiará sus tonos entre la llovizna y el Silencio y mi mente seguirá perteneciéndote al igual que en aquellos días...
José Rafael Rivero
Este no lo había leído. De casualidad la historia se parece a una que conozco... Me encanta!!! Christ!!!
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