Para los que no conocen Cata, es una bahía hermosa emplazada en el Estado Aragua (Venezuela), luego de atravesar un ambiente selvático increíble en pleno Parque Nacional Henry Pittier, en lo que se llama Municipio Costa de Oro, posee una vista hermosa desde muchos ángulos y a su derecha se encuentra la muy venerada playa Catica. Allí sólo se llega en lancha desde el puerto de Cata o bordeando la montaña por un pequeño camino que comienza pasando el río al final de la arena y escalando un pequeño trayecto hasta el nivel en el que se puede caminar sin mayores problemas. Es aquí, en este ambiente playero donde se desarrolla esta pequeña historia.
Habíamos decidido algo diferente para este fin de semana de relax, había leído en internet que habría una lluvia de estrellas y decidí darle esa sublime sorpresa, ella, eternamente hermosa recién había tenido una difícil prueba al quedar encargada de su sitio de trabajo y se merecía un premio a su constancia y más aún, un premio a su irreprochable amor.
Llegamos a media tarde, el sol ya buscaba acercarse a las montañas y su intensidad ya había disminuido. Luego de varias paradas en el camino para tomar algunas fotos de recuerdo, nos comimos unas ricas empanadas, y continuamos nuestra llegada hasta la playa. Al llegar, ella se maravillaba al mirar el horizonte mezclarse con el mar... la brisa nos regalaba su frescura y ese aroma que solo el mar se permite para envolvernos... Tomados de la mano caminábamos hacia el pequeño puerto, sonrientes, entre besos y miradas cómplices, podía sentirla feliz y eso me llenaba como nada...
Al partir la lancha hacia Catica, me abrazó fuerte, en medio de su sonrisa dejaba escapar que estaba nerviosa pero al acercarse a mi pecho ese sentimiento de seguridad la hacía volver en sí...
Llegamos a ese mar apacible en Catica, quedaban algunas personas aun, las vírgenes de piedra nos daban la bienvenida, la tarde caía, nos asomamos a los riscos a ver el mar y su ímpetu, abrazados suspiramos y nos dejamos llevar en un apasionado beso que generó una increíble sensación que nos recorrió todo el cuerpo... sonrientes volvimos a la arena, las ultimas personas ya se estaban montando en la última lancha que vendría por esa tarde... nosotros acamparíamos allí...
Entre risas y besos, jugueteando, armamos la carpa y metimos las cosas dentro, y como niños salimos corriendo a salpicarnos con el agua en la orilla... corríamos de un lado a otro como dos niños, nos divertíamos como nunca, la noche nos comenzaba a mostrar su manto oscuro... A lo lejos se podía divisar las luces de los edificios frente al mar, el oleaje casi imperceptible creaba un suave vaivén, mientras abrazados nos besábamos aumentando la pasión con el paso de los minutos...
Desnudos disfrutábamos de la naturaleza cómplice que nos empujaba a amarnos sin medidas... tus suspiros invadían mi mente, mis caricias invadían tu piel, tu calor me envolvía sugerente mientras nos fundíamos deseosos bajo un cielo que ya mostraba sus primeras estrellas...
Casi era medianoche, cuando mientras alzábamos dos copas de tu vino preferido, brindando por este amor universal, comenzó aquel espectacular momento en el cielo y bajo el cual te ofrecí mis labios y mi cuerpo, para amarte bajo aquella lluvia, lluvia que esta vez era... de estrellas...
Mirabas al cielo maravillada, me entregabas toda tu pasión entrecerrando tus hermosos ojos, cubrías mi cuerpo desnudo y le brindabas tu calor fue allí cuando te recordé aquella pregunta que me habías hecho una vez sobre describir con una palabra este sentimiento... Era justo el momento en el que una mirada a nuestro alrededor podía responder a esa pregunta, ya tenias la palabra, sólo faltaba experimentarla y ese, era el momento indicado...
Universal, esa era la respuesta, algo inmenso sin medida, intangible, inimaginable, demasiado hermoso, algo que nunca el hombre podrá descifrar pero que está allí, cubriéndonos y haciéndonos sentir tan diminutos... Así es lo que siento yo por ti, algo infinito, sin fronteras...
...Seguía la lluvia de estrellas y entrelazados nuestros cuerpos se fueron perdiendo en la inmensidad de la noche, tu cara en mi pecho me hizo recordar aquello que compartimos a diario, cuando en medio de nuestras obligaciones, nos regalamos para retomar fuerzas y continuar caminando juntos por las sendas de la eternidad... Te Amo... Siempre Te Amaré...
José Rafael Rivero ® Todos los Derechos Reservados
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