Recuerdo en especial aquella tarde
nos desplazábamos en mi auto hacia aquella cabaña que habíamos alquilado para pasar un fin de semana para nosotros, alejados del bullicio de la ciudad, del estrés de nuestros trabajos y de la rutina diaria. El camino, solitario se abría paso entre la espesura de aquel bosque de pinos que de a ratos nos mostraba la inmensidad y majestuosidad de aquellas montañas nevadas a lo lejos.
Pocos carros transitaban en aquella zona boscosa, pudimos contar un par en todo el trayecto. Eran los días de finales de la primavera, aun podían verse pequeñas flores sobre el pasto, mientras que la brisa se mantenía deshojando pequeños arbustos, los pinos susurraban su himno al rojo atardecer. En lo alto el águila vigilaba su territorio mientras dejaba escuchar su presencia al buscar una presa para comer. En un río cercano podían verse unos venados bebiendo agua, aquel sitio era realmente relajante.
Mientras conducía hablábamos de lo bien que la pasaríamos en aquella cabaña que cada año nos aguardaba para estas fechas, y recordábamos nuestras anteriores visitas a tan majestuosos parajes. Pícaramente te acercabas a mi oído y susurrabas momentos de lujuria vividos en aquellos días mientras sonreías tan bella como siempre.
Habiendo pasado por un intrincado bosque de pinos nos adentramos cada vez más en aquel inhóspito sitio, llevaba horas conduciendo, más tu compañía hacía parecer aquello tan solo un momento. Tus ropas ligeras se movían seductoras mientras subías tus pies sobre el tablero, me veías y me coqueteabas, tu brazo sobre mi hombro y tu mano acariciando mi nuca, me llevabas relajado, extasiado con ese leve roce.
Te acercaste a darme un beso y tu mano se posó sobre mi pierna haciéndome dar un pequeño salto, al notarlo pude sentir una pícara sonrisa en tus labios mientras me dabas un pequeño mordisco en el oído, luego pasaste tu lengua seductora por toda mi mejilla mientras tu mano comenzó a moverse juguetona entre mis piernas.
Comencé a sentir deseo en cada roce de tus manos en mi entrepierna, mientras yo trataba de no perder la vista del camino tú comenzaste tu juego erótico y tus manos recorrían mis muslos apretándome mientras sonreías y me mirabas como trataba de no perder la compostura.
Sin pensarlo más me orillé a un lado del camino y apagué el carro, me voltee y te tomé por los hombros y te recosté de la puerta mientras te besaba apasionadamente, tu sonreías y disfrutabas aquel juego de lujuria que habías desatado en mí, buscabas esquivarme pero yo ya estaba encendido, sólo quería amarte ahí mismo.
En pocos movimientos, mientras besaba tu cuello y te apretaba contra la puerta te despoje de tus ropas mientras tu me empujabas y quitabas mi camisa, nos besábamos apasionadamente fuerte, desesperados, mis manos recorrían con lujuria tu cuerpo mientras tus manos despojaban mis ropas, nuestras bocas se encontraban y se fundían una y otra vez. La tarde estaba llegando a su fin y la oscuridad hacía más intenso el momento
.
Ya sin ropas me abalancé sobre ti en un frenético momento de lujuria, recostándote sobre el asiento levantando tus piernas nos encausamos en el roce eufórico de nuestros cuerpos deseosos, besando tu cuello mientras arañabas suavemente mi espalda, nos amamos mientras la noche caía y la luna dejaba colar su luz por la ventana trasera.
Mientras mordía tus labios tu tomabas mis manos y acariciabas tus colinas erguidas con pasión junto a ellas, el momento sublime y frenético nos llevaba sin remedio hacia la exaltación de nuestros cuerpos desnudos en la inmensidad mientras el sudor se hacía presente y los vidrios se empañaban de nuestro aliento descontrolado
.
Desenfrenada y lujuriosa tomaste el control y me postraste de espaldas al asiento para llenarte de mi delirio dentro de tí mientras tus movimientos dislocaban mis pensamientos y el frenesí se hacía presente. Cual remolino avanzaste cabalgando mi deseo desmoronando mi razón apretando mis manos con las tuyas mientras tu sonrisa pícara se mezclaba entre suspiros y gemidos que se dejaban colar en el silencio de la noche
.
Mientras quebrabas tus curvas sobre mi enredadera, el tiempo se detuvo, las estrellas alumbraban más a lo lejos y la luna nos observaba envidiosa del deseo, gemidos alardeaban tu pasión, el aumento de tus suspiros se entrecortaban con cada movimiento, te inclinaste hacia mi permitiendo a mis labios endulzarse de tus pétalos endurecidos, degustándolos, seduciéndolos, haciéndolos más míos que nunca
.
Tus cabellos se mezclaban en mi cara mientras yo acariciaba tu cuello sudoroso, por una pequeña rendija se dejaba colar una brisa fría y sentía como te estremecías al sentirla, apretándome fuerte en tu vaivén de locura. Levantaste la cara y miraste alrededor mientras disfrutabas la llama ardiente dentro de tí, te excitaba pensar que alguien podía vernos y te arqueabas mientras aumentaban los gemidos que se perdían en la sinfonía de dos cuerpos bañados de deseo entregándose rebeldes al choque infinito
.
Despojados de nuestras conciencias el momento explosivo se quebró entre jadeos y gemidos, y gozosa pusiste tus manos en el techo del auto empujando fuerte hacia arriba mientras nuestros cuerpos entraban en la sincronía universal esperada y enloquecidos por completo gritamos nuestra pasión a la naturaleza derrumbándonos al fundirnos en un solo ser, bañados en sudor, en deseo
en amor
...
Al escuchar los primeros trinos de aves que recién alzaban el vuelo nos despertamos sobresaltados, el sueño nos había vencido después de aquella noche de lujuria, aun el sol no había salido pero a lo lejos ya podía verse la claridad. Sonriendo nos miramos y sin gestar palabra alguna nos abrazamos y un tierno beso marcó la continuación de nuestro viaje de relax...
Esta vez tomándole un adelanto al placer
...
José Rafael Rivero ® Derechos Reservados
@LetrasySentires
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yeah
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