Mojados...





Mojados...
Amanecía y comenzaba una gran semana, la primera de ese año, muchas promesas se habían hecho durante la última reunión de trabajo a mediados de diciembre, se ultimarían algunos detalles y algunas negociaciones pendientes se llevarían a cabo durante la primera quincena de enero. Eso haría que el tiempo de vernos se reduciría un poco por tener que viajar a ciudades cercanas y una que otra un poco más lejana. Esa mañana lucías hermosa como siempre, abrazada a mi pecho con tus dedos entrecruzados con los míos. Había sido una noche helada, el invierno ya casi terminaba y quedaban algunos ventarrones frios de medianoche.

Te levantaste y me halaste contigo, sonreías y me decías que tenías un regalo para mí. No era ni mi cumpleaños, ni navidad, ni el día de mi santo, que podría ser?. Me levanté junto a ella y la seguí tomado de su mano...

Me llevaste de ojos cerrados hasta el baño, al abrir los ojos una sonrisa se dibujo en mi rostro. Mientras dormía apaciblemente, te levantaste y decoraste el baño para este amanecer, colocaste algunas velas aromáticas y pétalos de rosas en el piso y en la tina, la luz tenue de las velas me permitía delinear tu figura desnuda que me invitaba a adentrarme en aquel paraje delicioso y sugestivo..

Entramos a la tina y comenzaste a darme un masaje en la espalda y cuello, tus manos me apretaban y recorrían mientras besabas mi cuello y susurrabas palabras deseosas y cercanas... Cerré mis ojos y me dejé llevar tan sólo por el tacto de tus manos en mi piel invadida de sensaciones. Bajabas por mi pecho y regabas con espuma, me deleitaba suspirando, el deseo acrecentaba mis ganas de voltearme y llenarte de besos, de caricias...

Te pusiste frente a mi y besaste mi rostro, mis ojos, mi nariz, mis labios.. Bajabas por el cuello hasta mi pecho, mientras mis manos acariciaban tus cabellos bajando por tu espalda, te acercaba y alejaba mientras el agua de la tina hacía pequeñas olas. Podía sentir el calor de tu cuerpo, pasaste tus muslos rodeando mi cintura, apretándola, haciéndote de ella, marcando tu terreno... Mis brazos te apretaron hacia mí y tus leves movimientos bajo el agua enloquecían mis pensamientos, suspiros se cruzaban entre tus labios y los míos, la espuma aumentaba al ritmo del vaivén, el mundo dejaba de existir y renacía en cada contacto...delirante...

Me mirabas fijamente y con tu boca en mis labios me hablabas, de sentimientos, de amor, de pasión, me mordías y saboreabas, estaba a tu merced y lo disfrutaba como nunca. Sentía como te derretías y tu lava ardiente me quemaba, leves gemidos se diluían en el aire, me apretabas y un centelleo te entregaba mi fuerza en un respiro, tu temblor dislocaba mi razón mientras el tiempo se detenía en el sublime instante de la fusión de tu alma y mis pensamientos que se perdían en un horizonte húmedo lleno de tu aliento...

Aún mojados, envueltos en la misma toalla, abrazados y sonrientes, llegamos al cuarto y me dedicaste unas líneas que habías escrito y colocado en el bolsillo de mi pantalón, y que me daría cuenta de su existencia al llegar a mi oficina. Decía así:

"Aunque pase el tiempo y la ausencia esté presente, siempre estarás en mi cuerpo y en mi mente, aunque el tedio y la rutina te invada, al llegar a casa te esperaré desesperada, para entregarte mis mejores momentos y hacer de tu vida la que mereces... Te Amo."

Y tras un beso profundo, retomamos mojados lo que ya habíamos comenzado de la forma más deliciosa en nuestra tina, esta mañana mientras el invierno terminaba...


José Rafael Rivero ® Derechos Reservados

2 comentarios:

  1. Muy lindo relato, me gusto mucho leerte. Espero seguir leyendo mucho mas de ti. Te dejo aqui mi blog espero te animes a visitarme http://abzurdahzenizientah.blogspot.com/

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  2. Abzurdah Gracias por leerme, estuve leyendo tu interesante blog, gracias por compartirlo!!

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